Este martes se cumplen cinco años del fallecimiento de Diego Armando Maradona, un hecho que conmocionó a la Argentina y al planeta. El astro murió a los 60 años en una casa del partido bonaerense de Tigre, mientras atravesaba un período de recuperación tras una intervención quirúrgica. Su despedida, con multitudes en las calles y un velorio histórico en la Casa Rosada, dejó imágenes que aún permanecen frescas.
Considerado por muchos como el mejor futbolista de todos los tiempos, Maradona marcó generaciones con su talento inigualable, su rebeldía y su magnetismo popular. Desde aquel gol a los ingleses en México 86 hasta su eterna frase “la pelota no se mancha”, su figura trascendió el deporte para convertirse en un símbolo cultural argentino.
A cinco años de su partida, la memoria colectiva sigue atravesada por sus contradicciones: el ídolo y el hombre, el genio y la fragilidad, el ícono mundial y el vecino del barrio humilde. Miles de fanáticos en todo el país organizan homenajes, misas, murales y encuentros maradonianos para recordarlo.
Mientras la Justicia avanza lentamente sobre las responsabilidades médicas en torno a su muerte, la huella de Maradona permanece viva en camisetas, canciones, banderas, tatuajes y relatos que se transmiten de generación en generación.
Porque, como repiten sus seguidores, Diego “no se fue”: se volvió eterno.
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