En la mañana de este jueves, GABAL dialogó con la Licenciada en Psicopedagogía Andrea Menéndez, quien ofreció una valiosa mirada sobre una de las consultas más frecuentes de las familias: “¿Por qué a veces los chicos no aprenden?”

La profesional, que forma parte del equipo de neurología del Hospital Materno Infantil de Mar del Plata, explicó que cerca del 80% de las consultas que recibe están relacionadas con dificultades en el aprendizaje. “Los padres llegan con mucha angustia y preocupación. Nos preguntan por qué su hijo no aprende, y nuestra tarea es investigar juntos qué le está pasando a esa criatura, entendiendo que esa dificultad afecta no solo al niño, sino también a todo su entorno familiar”, expresó.

Menéndez remarcó que no hay una única causa que explique esta problemática, sino múltiples factores que deben considerarse. Desde causas externas como el uso excesivo de pantallas, la pobreza, conflictos familiares o un entorno pedagógico inadecuado, hasta causas internas como las dificultades específicas del aprendizaje —como dislexia, discalculia o disortografía— o problemas generales en áreas del desarrollo cognitivo, motor o social.

“Hay chicos que presentan dificultades en todas las áreas del desarrollo, y otros en habilidades más complejas como la comprensión lectora o la redacción, que se evidencian con mayor claridad a partir de cuarto grado, cuando la demanda académica crece”, explicó la licenciada.

Además, destacó que variables como la alimentación y el descanso juegan un papel fundamental. “Es imprescindible conocer la historia vital del niño. Cómo duerme, cómo se alimenta, cómo es su rutina diaria. Todo eso influye directamente en su capacidad de aprender”, aseguró.

El abordaje, según detalló, es necesariamente interdisciplinario. Involucra al pediatra, al neurólogo, al docente, a la familia y, por supuesto, al psicopedagogo. “Trabajamos en red. El docente es clave, porque pasa muchas horas con el niño y puede detectar señales tempranas. Luego, el pediatra actúa como primer nivel de consulta. Si detecta algo, deriva al neurólogo, quien puede solicitar intervención psicopedagógica. Así vamos construyendo una hipótesis con base científica y trazamos un plan de acción”.

La entrevista, que por momentos se interrumpió por fallas técnicas, dejó en claro que no hay respuestas mágicas ni soluciones instantáneas, pero sí caminos posibles a través del acompañamiento profesional, el trabajo conjunto y una mirada atenta a la singularidad de cada niño.

El primer paso siempre es escuchar, comprender, y ponerse manos a la obra”, concluyó Menéndez.

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