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Médicos de Mar del Plata probaron con éxito un nuevo tratamiento en pacientes graves de COVID-19

Mientras el COVID-19 avanza incesante por el mundo con sus nuevas variantes, como Ómicron, expertos de Mar del Plata se propusieron una revolucionaria hipótesis científica para desenmascarar al virus a partir de la propia experiencia acumulada a lo largo de dos años de pandemia en las unidades de cuidados intensivos, UTI.

El grupo de médicos, liderados por el director de la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) de la Clínica Colón de la ciudad costera, José Luis Santos, estudia un cambio fundamental en el abordaje de los casos de COVID-19 graves. Se trata de la aplicación de un tratamiento con diuréticos que ha arrojado resultados reveladores y que podría implicar un revolucionario cambio de paradigma en las terapias contra el coronavirus.


El equipo científico argentino detectó que el SARS-CoV-2 en una etapa del avance sobre los pulmones del paciente genera un edema pulmonar que puede ser tratado con diuréticos. Este nuevo tratamiento fue aplicado como consecuencia de modificar el punto de vista sobre cómo actúa el coronavirus en el organismo y de cambiar la forma de tratar a los pacientes internados en UTI.

Al doctor Santos y a su equipo la pandemia los encontró trabajando desde el primer momento, atendiendo a cientos de pacientes infectados. Las cifras que la crisis sanitaria ha arrojado en Mar del Platas hasta hoy son dramáticas: Según los últimos datos oficiales murieron 2.704 personas y 85.045 dieron positivo.

Este tratamiento con base en Argentina recién comienza, ya que fue aplicado a sólo 20 pacientes, aunque con todo éxito y avanza en el camino de las terapéuticas accesibles.

”Nuestra hipótesis fue demostrar, a través de un cambio en el abordaje terapéutico con el uso de un simple diurético, que los pulmones no están inflamados, sino que tienen agua”, resumió el doctor Santos.

Para Santos y su equipo, algo “no cerraba” en la interpretación en torno de los cuadros de la infección pulmonar. En junio pasado, un paciente internado en la clínica desató la duda: “Tenía una neumonía de evolución muy rara. Prestamos atención a algunos datos llamativos, como el eje cardíaco, el diámetro de la vena cava superior que analizamos en conjunto con el Equipo de Imágenes; pensábamos que tenía una falla cardíaca, pero experimentados cardiólogos vieron el caso: El corazón estaba en perfecto estado. Dado que había evidencias de tomografías de edema pulmonar, se lo trató en consecuencia, como un edema de pulmón de origen incierto”.

Estas observaciones agudas en el medio de la trinchera, los hizo a Santos y a su equipo darse cuenta de que estaban ante un nuevo enfoque terapéutico. De la investigación participaron especialistas de Terapia Intensiva, de Cardiología y de Imágenes de la Clínica Colón, con las pruebas de 20 pacientes. El paper fue publicado a comienzos de diciembre en la prestigiosa revisa “Journal of Clinical Medicine”, con sede en Suiza, con el título “Edema pulmonar en COVID-19 tratado con furosemida y el equilibrio de líquidos negativo (NEGBAL): un enfoque distinto y prometedor” (Pulmonary edema in COVID-19 treated with furosemide and negative fluid balance (NEGBAL): A different and promising approach).

Tras esas observaciones preliminares sobre los primeros pacientes, el objetivo fue “liberar el agua que provoca el edema con diuréticos y no con antiinflamatorios”, agregó Santos, lo que podría revolucionar el enfoque global para tratar a las personas con COVID-19 grave y marcar un antes y un después en la historia de la pandemia por SARS-CoV-2.

“Para nosotros lo que predomina en el COVID grave no es neumonía, sino un subsecuente edema”, subrayó convencido el doctor Santos y aclaró: “Si bien es correcto que en los primeros días hay inflamación, a posteriori y en una segunda fase, planteamos que surge edema pulmonar. Por tanto, los pacientes terminan complicándose a causa de la retención excesiva de líquidos, no por la inflamación inicial”.

Así, la investigación del equipo liderado por Santos puso a prueba su hipótesis en torno de la presencia de edema pulmonar en los pacientes graves y aplicó un “tratamiento diurético muy estricto a varios pacientes” con COVID-19 en grave estado, con distintos factores de riesgo, algunos que habían sido vacunados y otros no. “Vimos respuestas muy buenas en el 100% de los casos”, aseguró Santos.

“Lo que planteamos a la comunidad científica, es que el COVID-19 quizás no sea un fenómeno únicamente inflamatorio, sino que son tres daños diferentes y sucesivos. Cuando aplicas el tratamiento en la segunda fase, el cuadro se revierte, los pacientes no empeoran la oxigenación, no requieren de respirador y no se mueren”, afirmó.

El estudio es alentador, aunque se encuentra aún con un talón de Aquiles: es escaso en cuanto al número de pacientes que aplicaron al ensayo. Pero a la vez la potencia y el valor de la investigación radica en que, realizada sobre las historias clínicas de los enfermos con el ojo avizor de los científicos, permite cambiar el paradigma sobre el comportamiento del COVID-19 en el organismo.

“El coronavirus engaña a una proteína humana, que erróneamente reconoce a la proteína S del COVID-19, como si fuera humana. Quien sufre el engaño es la proteína ECA 2″, indicó el jefe de terapia intensiva de la Clínica Colón. “La ECA2 cae en la trampa, porque el virus le muestra la famosa Spike o proteína S, y calza justo con la arquitectura de la ECA2 y ésta le abre la puerta para que el coronavirus pueda ingresar dentro de la célula. Una vez que el coronavirus ingresa, utiliza la maquinaria celular para reproducir miles de copias de sí mismo, la célula se agota y muere”.

De esta forma, “se van muriendo muchísimas células y la persona se va enfermando. El sistema inmune reconoce que hay un invasor y actúa atacándolo. Ahí, supuestamente, aparece la tormenta de citoquinas y finalmente la supuesta neumonía”.

Los expertos encontraron que la ECA2, al destruirse, “produce una acumulación de agua en el organismo, fundamentalmente en los pulmones”. Allí estaba la punta del ovillo, la explicación a lo que Santos y su equipo creían vislumbrar.

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