En el marco del Día del Peluquero, Carlos Vega dialogó este lunes con GABAL y compartió un recorrido por sus 45 años de trabajo. Con orgullo y emoción, aseguró: “La peluquería me dio todo lo que tengo. Para mí los clientes ya son familia”.

Vega contó que comenzó a los 15 años en el barrio de la estación, cuando un vecino peluquero lo incentivó a aprender el oficio. Se formó en academias de Mar del Plata, entre ellas la de Licha en la galería Sacoa, y a los 21 ya dictaba clases de peluquería en la Escuela Nocturna N° 4, llevando a sus alumnos a instituciones como el asilo y el geriátrico para brindar servicios solidarios.

A lo largo de su carrera, se mantuvo en distintos locales hasta establecerse definitivamente en calle 28, donde forjó un lazo inquebrantable con generaciones de clientes. “No son clientas, son familiares”, dijo, recordando también a quienes lo apoyaron en sus inicios y lo ayudaron a sostener su vocación.

Sobre la evolución del oficio, destacó que prefiere “la peluquería de antes, con tijera y navaja”, aunque reconoce los cambios que trajo el tiempo con las barberías y los nuevos estilos. Con más de 180 diplomas y una vida dedicada al oficio, Vega sigue aprendiendo: “A 45 años todavía estoy aprendiendo. El buen peluquero tiene que amar lo que hace y nunca dejar de mejorar”.

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