En la mañana de este viernes, la licenciada en Psicología Julieta Castellini visitó los estudios de GABAL para desarrollar un tema que, según explicó, suele darse por sentado y muchas veces se descuida: el bienestar integral. Una charla clara y profunda sobre salud mental, hábitos y la necesidad de entender la relación inseparable entre cuerpo, mente y vínculos.
Castellini comenzó explicando que, aunque solemos asociar la salud a lo físico, este es solo uno de los componentes. “La Organización Mundial de la Salud define la salud como el completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedades”, recordó. Desde esa mirada, el bienestar integral implica comprender cómo pensamos, sentimos, nos relacionamos y transitamos cada día.
Uno de los ejes más desarrollados fue el descanso: “Dormir entre 7 y 9 horas no es un capricho. El cerebro necesita ese tiempo para hacer funciones que no puede realizar cuando estamos despiertos, como limpiar desechos y resetear el sistema”. La psicóloga advirtió que dormir poco de manera sostenida puede traer consecuencias cognitivas a largo plazo. Además, explicó cómo las pantallas y la tecnología desregulan la melatonina e interfieren en el sueño: “Dormirse con el celular o la televisión encendida no es recomendable”.
También habló de la importancia de mover el cuerpo. No se trata únicamente de ir al gimnasio, sino de incorporar movimiento cotidiano: caminar, bailar, andar en bicicleta, hacer tareas domésticas. “Cuando nos movemos liberamos endorfinas y hormonas del bienestar, algo que no se reemplaza con otra cosa”, afirmó.
Sobre alimentarse con conciencia, invitó a pensar no solo en lo que se come, sino en cómo se come. “No es lo mismo comer apurado y sin registro que sentarse, disfrutar y conectar con la comida. Hay alimentos que influyen directamente en nuestras emociones porque en el intestino se produce el 90% de la serotonina”, detalló. Subrayó además la importancia del llamado “eje intestino-cerebro”, recordando que lo emocional impacta en lo digestivo y viceversa.
Otros hábitos clave que mencionó fueron respirar y detenerse, para poder escuchar al cuerpo, reconocer señales y evitar que los síntomas pasen desapercibidos. Y destacó la relevancia de tener vínculos sanos, algo que —advirtió— las pantallas no pueden reemplazar: “Necesitamos personas con las que podamos hablar sinceramente de lo que nos pasa”.
Antes de despedirse, dejó un último mensaje: la construcción de hábitos requiere tiempo y paciencia. “Hay que ser más amables con nosotros mismos. Bajar la autocrítica y subir la autocompasión”, sostuvo.
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