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Desde hace más de seis décadas, el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) ha sido un actor constante en cada transformación del agro argentino. En los tiempos del desarrollo rural de posguerra, durante la Revolución Verde, con la globalización de las cadenas agroalimentarias, el auge del agronegocio y la actual valorización de los territorios y la intensificación sustentable: el INTA siempre estuvo presente.

En el sudeste bonaerense, donde el mar y la sierra definen una región agropecuaria estratégica, el INTA trabaja junto a productores, cooperativas, gobiernos locales, universidades y pymes, con el objetivo de transformar el conocimiento en innovación concreta.

El comunicado recibido para su difusión enumera algunos de sus principales aportes:

  • Mejora en reproducción y cría bovina, clave en sistemas ganaderos mixtos.

  • Diagnóstico y seguimiento epidemiológico en rodeos bovinos, aves y cultivos.

  • Desarrollo apícola regional, con aportes en genética, nutrición y organización.

  • Impulso a una horticultura sustentable para el abastecimiento local y regional.

  • Consolidación de cultivos de alto valor, como el kiwi, con proyección regional.

  • Desarrollo de genética vegetal en papa, oleaginosas y trigo.

  • Conservación del acervo genético en cultivos clave.

  • Producción de alimentos funcionales, como la leche enriquecida con CLA.

  • Aplicación de tecnologías AgTech para una agricultura precisa y conectada.

  • Uso de biotecnología en mejoramiento vegetal y reproducción animal.

  • Innovación en almacenamiento de granos, como el silo bolsa y sistema CO2NTROL.

  • Acompañamiento a la intensificación sustentable de la producción.

  • Conservación de suelos, agua y biodiversidad.

  • Promoción de la economía circular: compost, biodigestores, energías renovables.

  • Herramientas para mitigar y adaptarse al cambio climático.

  • Garantía de calidad e inocuidad alimentaria.

  • Impulso a la agroindustria regional y al valor agregado.

  • Fortalecimiento de mercados de cercanía, esenciales para la seguridad alimentaria.

  • Formación de técnicos y profesionales.

  • Promoción del empleo rural, el arraigo y el desarrollo territorial.

  • Diseño y planificación prospectiva para anticipar desafíos estratégicos.

"Cada uno de estos aportes refleja lo mismo: cuando se trata de innovación, conocimiento y desarrollo rural, fue, es y seguirá siendo con INTA", expresa el documento.

No obstante, el comunicado señala con preocupación que el modelo de conducción público-privada, participativa y federal que caracteriza al organismo está siendo cuestionado. Modificar esta forma de gobernanza, que articula al Estado con la producción y la ciencia, significaría debilitar uno de los pilares históricos e institucionales del INTA.

"Defender al INTA es defender el pasado, el presente y el futuro del agro y de la agroindustria argentina", concluye el mensaje.