El 7 de marzo de 1993 marcó el inicio de la trayectoria de José Ciantini en el Turismo Carretera. Luego de aprobar la prueba de suficiencia en el Autódromo de Buenos Aires, el balcarceño debutó en la categoría con una Dodge GTX adquirida a Juan Manuel Landa. A partir de allí, inició un camino que lo llevó a disputar 260 carreras entre 1993 y 2012, consiguiendo tres victorias y subiendo al podio en 15 oportunidades.
El retiro del "Bocha" comenzó a tomar forma tras el trágico accidente de Guido Falaschi en 2011. Pocos meses después, durante una competencia en Buenos Aires en 2012, oficializó su despedida. En aquel entonces, explicaba su decisión con una reflexión sobre el cambio en la disciplina:
"Cuando yo arranqué, corríamos en la ruta. El sábado a la noche comíamos un asado gigante y después salíamos a correr. Era algo muy diferente a lo de ahora. Los pilotos tienen 23 años, participan en tres categorías y en la semana juegan al simulador. Así no puedo competir".
Hoy, en una nueva etapa de su vida, José Ciantini recuerda con nostalgia y gratitud su paso por el TC. Desde su rol de empresario y padre, mantiene intacta su pasión por el automovilismo y se emociona al ver a su hijo Diego seguir sus pasos en la categoría.
"El TC en mi vida no solo fue la categoría en la que más me desarrollé como piloto, sino que fue mi gran pasión. Desde chico estaba detrás del alambrado y poder llegar a ser parte de la misma fue algo increíble. Fui un afortunado de correr con gente a la que admiré mucho, perdí compañeros, viví emociones que marcaron mi vida para siempre, solo comparables con el nacimiento de mis hijos. Hoy, ver a Diego corriendo me llena de satisfacción. Disfruto con él cada momento y le deseo que pueda ser feliz desarrollándose".
Ciantini reconoce que el camino hasta el TC no fue fácil, pero cada sacrificio valió la pena:
"Haber llegado al TC me costó mucho, mucha gente me ayudó, hice muchos sacrificios, pero de verdad… valió la pena".
Así, con la misma pasión que lo llevó a las pistas, hoy acompaña a su hijo en su propia historia dentro del automovilismo, reviviendo en cada carrera el fuego sagrado de su amor por el deporte motor.
Por: Javier Delle Rose
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