JERUSALEN / EIN HASHLOSHA.- El 7 de octubre de 2023 a las 6:29, los israelíes que vivían a escasos kilómetros de las alambradas que enclaustran la Franja de Gaza amanecieron escuchando el ruido de los cohetes disparados por Hamas, dando paso a una infiltración masiva de milicianos que se convertiría en la mayor matanza del grupo palestino en Israel, con 1.200 muertos y 251 secuestrados.
Un año después, 97 rehenes siguen atrapados en Gaza -el Ejército estima que más de una treintena están muertos-, lo que se ha convertido en la mayor herida abierta del 7 de octubre para el primer ministro, Benjamín Netanyahu, que se enfrenta semanalmente a manifestaciones multitudinarias de sus familiares demandando el retorno de los cautivos.
“No seremos una buena sociedad si no logramos que los rehenes vuelvan”, dice en un encuentro con periodistas Iris Haim, madre de Yotam, uno de los cautivos asesinados a tiros por error por el Ejército israelí en Gaza el pasado 15 de diciembre.
Sin embargo, Haim se muestra escéptica ante un posible acuerdo con Hamas que lo permita, rompiendo con la doctrina habitual entre el resto de familiares, que desde ese mismo 14 de octubre se manifiestan semanalmente en Tel Aviv para reclamar ese pacto.
El pasado 7 de septiembre las protestas registraron una de sus mayores convocatorias hasta el momento con 500.000 personas indignadas por el hallazgo en la Franja de los cadáveres de seis rehenes. Los manifestantes compartían un reproche hacia Netanyahu: un acuerdo de alto el fuego les habría salvado la vida.
Fue la tregua acordada con los islamistas en noviembre del año pasado la que permitió el mayor retorno de cautivos: 105. Después, el Ejército sólo ha conseguido sacar vivos a ocho rehenes en cuatro operaciones distintas a lo largo del año, el último el beduino Kaid Farhan Al Qadi el pasado 27 de agosto.
Gershon Baskin, activista israelí que lleva décadas luchando por lograr una convivencia pacífica entre palestinos e israelíes, apunta a que solo con el regreso rehenes la sociedad podrá hacer superar el trauma del 7 de octubre.
“Para Netanyahu firmar ahora un acuerdo con Hamas es perder esta guerra, es no conseguir su ‘victoria total’ contra el grupo terrorista”, sostiene Baskin, quien tilda además de “egoísta e inmaduro” el comportamiento del Gobierno de Netanyahu en las negociaciones.
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