El Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) llevó a cabo este martes un ataque sorpresa y atacó el Puente de Kerch, que une Rusia con el territorio anexionado de Crimea, por tercera vez, dañando una arteria clave para los suministros militares rusos en la guerra. La operación llevó varios meses de planificación y ejecución, inicialmente, los agentes minaron los pilares del Puente de Crimea y hoy a las 4.44 hs (hora local) se activó el primer artefacto explosivo.
Se detonaron 1100 kg de explosivos en el lecho marino, dañando gravemente los cimientos del puente. “El puente ahora esta en una situación de emergencia”, aseguraron que no hubo muertos ni heridos en la operación. Fue el tercer ataque ucraniano al puente desde la invasión de Rusia en febrero de 2022, “un objetivo absolutamente legítimo” por su importancia para el abastecimiento de tropas rusas.
El jefe del SBU, el teniente general Vasyl Malyuk, supervisó la planificación y ejecución de la operación. “Dios ama a la trinidad, y el SBU siempre termina lo que empieza. Atacamos el puente de Crimea en 2022 y 2023. Hoy continuamos esta tradición, esta vez bajo el agua”. El tráfico a través del puente de Kerch se detuvo durante tres horas, pero reabrió a las 9 de la mañana, según canales oficiales rusos.
Hasta el momento las autoridades rusas no se pronunciaron, aunque a primera hora del día el centro que informa del tráfico sí confirmó el cierre temporal del puente (sin aclarar los motivos) y también pidió a la población no publicar imágenes en redes sociales, según la agencia rusa.
El puente de Kerch está considerado como un símbolo de control ruso sobre la península de Crimea, anexionada por Rusia en el año 2014. Su importancia estratégica y su simbolismo lo ha convertido en objetivo recurrente, como quedó evidenciado en octubre de 2022 con la explosión de un camión y en julio de 2023 con el envío de varios vehículos marítimos no tripulados.
El ataque se produce apenas dos días después de que Ucrania llevara a cabo un ataque con drones militares que destruyó más de 40 aviones rusos, según el presidente, Volodimir Zelensky.
La operación, denominada “Telaraña”, infligió daños significativos a la fuerza aérea rusa y demostró la capacidad de Ucrania para golpear en territorio enemigo. La ofensiva a gran escala contra bases aéreas en Rusia, en la que se utilizaron 117 drones, provocó daños estimados en 7000 millones de dólares y puso en evidencia la vulnerabilidad de la infraestructura aérea rusa, plantando dudas sobre la eficacia de sus sistemas de defensa.
La pérdida de aviones clave, como los bombarderos estratégicos, podría afectar la capacidad de Rusia para llevar a cabo operaciones ofensivas y mantener su presencia aérea en la región.
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