Axel Kicillof enfrentaba una verdadera prueba de carácter y liderazgo político en el acto que encabezó en Berisso para conmemorar el Día de la Lealtad Peronista, pocas horas antes de que se definan las candidaturas para la conducción del PJ. Eligió un discurso en el que midió cada palabra, consciente de que su mentora y jefa histórica, Cristina Kirchner, lo seguía con atención, a la distancia: ella aspira a presidir el partido y el principal obstáculo que le queda para desactivar una interna es la falta de un apoyo explícito del gobernador bonaerense.
El discurso de Kicillof combinó dos señales claras. Se presentó como “el futuro” del peronismo y el referente en condiciones de enfrentar el modelo de Javier Milei. Pero también enfatizó en la necesidad de “unidad” y regaló palabras de reconocimiento para Cristina que parecen anticipar un acercamiento.
“Festejamos la convicción de que este desastre de Milei no dura para siempre”, sentenció apenas inició su discurso, que duraría una hora exacta.
Muy pronto, mandó el primer mensaje explícito hacia la interna: “En pocos días un tribunal de la vergüenza en Comodoro Py, con una causa inventada y trucha, va a querer hacerle creer a alguien que Cristina es culpable en la causa Vialidad. ¡Mentira! ¡Basta de persecución, basta de proscripciones!” Aludió así a la decisión que el 13 de noviembre tomará la Cámara de Casación, encargada de revisar la condena a seis años de prisión e inhabilitación perpetua dictada a la expresidenta el año pasado.
Después de una larga descripción crítica sobre la situación económica en la era de Milei, señaló: “Que nadie busque palabritas, porque si algo quiere la derecha es vernos divididos. Nunca me van a ver buscando divisiones”.
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