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José Luis, un vecino de nuestro medio alzó su voz en GABAL para denunciar las pésimas condiciones de la ruta nacional 226 y la falta de servicios por parte de la concesionaria que administra el peaje. Con indignación, relató las dificultades que enfrentó durante un reciente viaje a Mar del Plata, agravadas por la falta de atención en un momento de emergencia.

“Hace más de dos años que vengo notando un deterioro constante. El pasto alto cubre las señales de tránsito, no hay mantenimiento de la pintura vial y las promesas iniciales de servicios quedaron en el olvido”, comenzó José Luis. Recordó que, cuando se instaló el peaje, la ruta tenía mejores estándares: el pasto estaba cortado, las señales eran visibles y los usuarios podían confiar en los servicios prometidos. “Hoy nada de eso está”, afirmó.

El jueves pasado, durante una tormenta, el auto de José Luis sufrió una avería en plena ruta. “Llamé al número de emergencias 140, como indican, pero nunca llegó la asistencia. Se supone que pago el peaje para tener ese servicio, pero quedé abandonado a mi suerte”, denunció. Además, señaló que, incluso si la asistencia hubiera llegado, esta solo lo habría dejado en la cabecera del peaje, obligándolo a recurrir a su seguro para llegar a su casa en Balcarce.

José Luis también expresó su malestar por la imposición de multas a quienes no utilizan sistemas como el Telepase, mientras que las cabinas manuales y automáticas presentan fallas recurrentes. “El sistema está diseñado para recaudar, pero no para brindar soluciones. Si no tenés el Telepase, en otras rutas te aplican multas de hasta 150.000 pesos. Es un abuso”, comentó.

A pesar de las críticas, el vecino dejó en claro que no se opone al pago del peaje siempre y cuando se garantice un servicio adecuado. “Si me dieran seguridad vial, mantenimiento y respuesta en emergencias, pagaría hasta 10.000 pesos por el peaje, pero lo que vivimos hoy es una falta de respeto”, aseguró.

Frustrado por la situación, José Luis comenzó a registrar sus quejas en defensa del consumidor y a reunir documentación para presentar un reclamo formal. “Es una lucha desigual, pero no me voy a quedar callado. Creo que las injusticias no se pueden aceptar en silencio”, concluyó.

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