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02:10:32 | Viernes, 11 de Abril de 2025

A un mes de la devastadora inundación que azotó a Bahía Blanca, las secuelas aún son visibles en los barrios más afectados. Entre la angustia y el esfuerzo incansable por reconstruir, se alzan voces comprometidas como la de Natalia Silvera, vecina y voluntaria solidaria que se ha convertido en un pilar fundamental para muchos damnificados.

"Me duele muchísimo lo que se está diciendo en los medios. Yo no vi ropa tirada. Si alguien me dice dónde está, yo la busco. Porque la necesito, porque hay mucha gente que aún necesita", expresó conmovida en diálogo con Sin Filtro por GABAL. Natalia es una de las tantas personas que han organizado redes solidarias para repartir ropa, mercadería y abrigo en los barrios más golpeados como Cerri, Villa Talleres e Ingeniero White.

Desde su experiencia, asegura que la situación es crítica en muchos sectores: "Hay barrios a los que no llegó nadie. Gente que perdió todo. Hay casas abajo de un precipicio que ni conocía. Sacaron abuelos casi ahogados. Es muy triste". El testimonio de Natalia también desmiente parcialmente las imágenes que circularon sobre donaciones abandonadas: "Nosotros caminamos, buscamos, si hubiese visto algo tirado lo levantaba. No me sobra nada y a muchos les falta todo".

Uno de los barrios más afectados fue Cerri, donde el sobrino de Natalia perdió absolutamente todo: "Le entró el agua metro noventa, no quedó nada, ni la casa ni el auto sirven. El agua era cloacal, no solo de lluvia".

Además de organizar la recolección y distribución de ayuda, Natalia forma parte de un grupo de mujeres voluntarias que cocinan, lavan y reacondicionan la ropa donada. "Lavamos acolchados, ropa sucia para entregarla en condiciones. Todo lo que nos llega es para darlo con dignidad", explicó.

En medio de la entrevista, Natalia se encontraba, esperando una donación proveniente de Buenos Aires, enviada por la Peña de Boca. "Recibir esto sin pedir nada a cambio es emocionante. Hay mucho por hacer todavía", agregó.

Su reclamo, sin embargo, no es solo por más ayuda, sino por justicia en la distribución: “Hay gente que guarda las cosas y no las reparte. Y la ayuda es de la gente, para la gente. No puede ser que se vea todo resuelto en el centro y se olviden de los barrios”.

A pesar del cansancio, Natalia no baja los brazos. "Vamos a seguir. Esto va a costar muchísimo levantarlo. Pero no vamos a parar".

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