En el marco del Día Mundial de las Abejas, que se celebra todos los 20 de mayo, GABAL dialogó con Martín Colambani, productor apícola de Balcarce, quien destacó la importancia de estos insectos para el ecosistema y brindó detalles sobre la producción local de miel.
“Más allá de que es un trabajo, ser productor apícola es un oficio que se aprende con el tiempo. Me gusta llamarnos ‘cuidadores de abejas’”, expresó Colambani, antes de partir hacia Lobería para reunirse con un grupo de productores.
El apicultor explicó que las abejas cumplen un rol esencial en la polinización de las plantas. “Cuidar de las abejas significa cuidar de la biodiversidad. El 75% de los alimentos que consumimos existen gracias a los agentes polinizadores, y las abejas son los principales”, afirmó.
En Balcarce, se estima que hay unos 60 productores apícolas con alrededor de 20.000 colmenas. “En casi todos los campos hay algún apiario. Las abejas que vemos en nuestra ciudad son, en su mayoría, abejas melíferas, derivadas de razas italianas, mansas y adaptadas a esta zona”, explicó.
Sobre la calidad de la miel, Colambani destacó que todas tienen características particulares. “En nuestra región predominan las mieles claras y delicadas, provenientes de floraciones naturales como el trébol y el cardo. También se produce miel de girasol, más intensa en color. La diferencia radica en el tipo de floración que visita la abeja”, detalló.
La apicultura, señaló, es una actividad intensiva que requiere trabajo durante todo el año. “El productor se pasa el 90% del año preparando la colmena para la cosecha, que se concentra en enero. Se recolecta una parte de la miel y el resto se deja para que las abejas sobrevivan el resto del año”, explicó.
En cuanto al destino de la producción, el 95% de la miel balcarceña se exporta en tambores de 300 kg. “Una pequeña parte se fracciona para consumo local, pero en general en Argentina no hay una gran cultura del consumo de miel. Mientras que en países como Estados Unidos o algunos europeos se consumen 2 kilos por persona al año, aquí no superamos los 250 gramos”, señaló.
Colambani cerró la charla con un mensaje de concientización: “Hablar de las abejas es hablar del planeta. Protegerlas es también proteger nuestra propia supervivencia”.
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